Ediciones Albin Michel 2002
El despertar del corazón
“En el momento de entrar en una vía, de seguir un camino, pregúntate si esa vía tiene corazón“, decía Don Juan, el iniciador de Carlos Castaneda.
No se trata aquí del corazón físico, ni siquiera del corazón afectivo y emocional, sino del corazón como centro de integración de todas las facultades de la persona, ese corazón – “centro” del hombre – del que dan testimonio todas las tradiciones espirituales de la humanidad.
Uno de los dramas del hombre contemporáneo, es que ha perdido su corazón. Entre el cerebro y el sexo, no hay nada; a veces, sin embargo, una inmensa nostalgia… pero a menudo pasamos de los análisis más fríos a los desbordamientos pulsionales más irreflexivos. El hombre, habiendo perdido su centro de integración, de personalización de su ser : el corazón, se vuelve así cada vez más esquizofrénico.
Una inteligencia sin corazón no es verdaderamente humana. Un ordenador, cuando se multiplican sus bancos de memoria, es más inteligente que el hombre. La inteligencia sin corazón, “la ciencia sin conciencia”, ilumina nuestras sociedades con una luz fría, donde el hombre “se hiela”, se analiza y se aburre.
Una sexualidad sin corazón no es una sexualidad verdaderamente humana, sea cual sea la cantidad de intensidad de nuestras pulsiones. Sólo en una relación de persona a persona que el placer breve puede transformarse en felicidad duradera. “En el verdadero amor – decía Nietzsche – es el alma el que envuelve al cuerpo”.
Es el corazón el que da sentido a nuestras caricias, como es el corazón quien puede orientar los descubrimientos de la inteligencia (p.ej la física nuclear) en un sentido positivo para la vida de la humanidad.
Estamos en la época de los neones y de las coberturas eléctricas, de luces frías y de calor opaco. No nos calentamos cerca de un neón eléctrico, no nos alumbramos cerca de una manta eléctrica. Hemos perdido la llama que es al mismo tiempo luz y calor. “Redire ad cor” – “retorna a tu corazón”, la palabra del profeta está más que nunca de actualidad.
Traducción : M.L. González